La especialista del Departamento de Sistemas Energéticos de la Facultad de Ingeniería de la máxima casa de estudios descartó que el uso de biocombustibles afecte a la industria de la alimentación, pues sólo se utilizan recursos de desecho, como el aceite comestible.
Al ofrecer la conferencia “El biodiésel, una buena opción para México en materia de combustibles”, señaló que en el mundo se desperdicia una gran cantidad de productos alimenticios, y mencionó como ejemplo Estados Unidos, donde 50 por ciento de la comida se tira, y México, donde el porcentaje es de 30 por ciento.
Explicó que en el caso de Brasil existen 55 millones de hectáreas que se utilizan para la producción agrícola, de las cuales 7.5 por ciento es usada para caña de azular y únicamente representa 0.3 por ciento del área que ocupa Brasil.
Al respecto, reveló que de acuerdo con un estudio realizado en la Ciudad de México, existe un promedio de 1,865 restaurantes, de los cuales más de 500 están en la delegación Cuauhtémoc, 346 en Miguel Hidalgo y 248 en Benito Juárez.
Refirió que en esos lugares se desecha entre 20 y 70 por ciento del aceite comestible que se utiliza una vez que ya está quemado, aunque hay quienes lo desechan al alcanzar un 25 por ciento de degradación o quienes nunca lo desechan.
Este es el caso, dijo, de los tianguis donde los locales que venden fritangas casi nunca tiran el aceite y sólo lo recargan, lo que se traduce en un problema para la salud.
En el caso del aceite que es desechado, indicó que pocas veces este producto termina en el drenaje, ya que existe una industria que se dedica a recolectar el aceite para su reuso, aunque por no haber una normatividad, en ocasiones esta grasa vuelve a ser procesada y vendida como nueva.
El hecho es que utilizar este aceite para la producción de biodiésel representa una oportunidad tanto económica como ecológica, toda vez que transformar aceite quemado en biodiésel solo tendría un costo de tres pesos por litro, apuntó la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aclaró que no se trata de sustituir el uso de diesel normal sino de complementarlo, de manera que basta con solo utilizar 10 por ciento de biodiésel para reducir hasta 14 por ciento la emisión de contaminantes y gases de efecto invernadero.
Dijo que ya existe la normatividad necesaria para que México pueda explotar a partir de este año este recurso, de manera que cada delegación podría tener su propia planta productora de biodiésel con solo una inversión de cinco millones de pesos.
Sería solo cuestión de voluntad para iniciar con esta acción y por lo pronto, la UNAM tiene el proyecto de establecer una planta de biodiésel para servir como ejemplo y brindar asesoría para quienes estén interesado, agregó Castro González.