Industria automotriz mexicana va de un récord a otro, pero no en casa

Industria automotriz mexicana va de un récord a otro, pero no en casa

Todos los martes por la mañana Gabriela Gordillo corre contra el reloj. Se sube a un autobús repleto y arrastra de la mano a su hijo de primaria, cargando bolso, abrigos y mochila escolar. Su automóvil se queda en casa.

El Nissan Platina del año 2005 tiene prohibido circular ese día en la ciudad de México. Es un vehículo recién comprado, pero con más de diez años de antigüedad, por lo cual las normas ambientales de la capital mexicana le impiden salir a la calle los martes y dos sábados al mes. Además, ha estado fallando.

En México, séptimo fabricante mundial de automóviles, el caso de Gordillo no es excepcional. Aunque el país salta de un récord a otro en cuanto a producción y exportación de vehículos, para la mayoría de los mexicanos es imposible comprar un auto nuevo.

Gordillo pagó unos 30,000 pesos a un conocido suyo por el Platina (unos 2,000 dólares). Menos de la tercera parte de lo que le costaría un coche nuevo. "Hoy lo voy a llevar al taller porque anda mal de la bomba de gasolina y de repente se me para", dice.

Para los grandes fabricantes de vehículos, México es el paraíso por su cercanía con Estados Unidos. Cada vez más consorcios internacionales apuestan por invertir en la segunda mayor economía de América Latina.

Nissan, Volkswagen, General Motors, Chrysler, Ford, Honda y Toyota llevan tiempo en México. Audi, BMW y Daimler están desembarcando.

Entre 2013 y 2014 se anunciaron inversiones por 10,000 millones de dólares en el sector automotriz mexicano. El año pasado se produjeron 3.2 millones de automóviles, un 9.8 por ciento más que el año previo, y se exportaron 2.64 millones, un crecimiento del 9.1 por ciento.

En cambio en casa las cosas no marchan tan bien. Aunque las ventas internas subieron el 6.8 por ciento en 2014 hasta los 1.13 millones de vehículos, las cifras siguen siendo inferiores a las que se manejaban en 2006.

El escaso poder adquisitivo y el alto costo de los créditos, con intereses de hasta el 30 por ciento, complican las cosas. Los representantes de la industria se quejan también de las importaciones de vehículos usados baratos de Estados Unidos.

"Tenemos que frenar la importación de estos coches chatarra para crear un mercado de autos usados sano y renovar realmente la flota nacional de vehículos", dice el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), Eduardo Javier Solís Sánchez.

Desde 2005, cuando el Platina de Gordillo salió de la fábrica, se importaron más de 7 millones de autos usados en México.

"Esto ha dañado de manera dramática el desarrollo de nuestro mercado interno", afirma también el presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), Guillermo Treviño Prieto.

La industria afirma que cada automóvil o autobús usado que entra al país significa un puesto de trabajo menos en México. Pero, al mismo tiempo, este sector es uno de los que más se beneficia de la economía abierta y de los acuerdos de libre comercio que México tiene con más de 40 países.

"Nunca hemos dicho que queremos cerrar las fronteras. Lo que queremos es una competencia leal", dice Prieto Treviño.

También la industria de autopartes se queja. "Muchos de esos autos importados son desarmados después de un par de meses. Nosotros no sacamos nada de eso", señala el presidente de la Industria Nacional de Autopartes (INA), Óscar Albín.

Ha habido incluso disputas en los tribunales entre la industria y los importadores que han llegado hasta la Suprema Corte de Justicia.

Para el profesor de economía Raúl Morales Chávez de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en esto hay una contradicción.

"México se beneficia mucho más del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá que en lo que se ve afectado", dijo a dpa.

Morales Chávez identifica tres factores como los responsables de la baja demanda interna: poco dinero, créditos caros e impuestos demasiado altos para los automóviles nuevos.

"Necesitamos más crecimiento económico", señala. "Si los mexicanos tuvieran más dinero en el bolsillo, comprarían automóviles más nuevos y más caros", afirma.

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