La crisis no da tregua al dañado sector automotriz brasileño

La crisis no da tregua al dañado sector automotriz brasileño

La crisis en Brasil afecta especialmente al sector automotriz, uno de los orgullos nacionales que en los últimos 12 meses ha acumulado indicadores negativos, con ventas que siguen cuesta abajo y retrocesos en la producción.

En agosto pasado, el número de vehículos vendidos –de pasajeros y comerciales- se situó en 200,174 unidades, un 8.9 menos que julio y un 26.9 por ciento menos que en agosto de 2014, según el Registro Nacional de Vehículos Automotores (Renavan).

La producción de autos brasileños retrocedió un 18.2 por ciento entre enero y julio pasados, y situó a Brasil por detrás de México en el número de fabricación de vehículos.

Datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores de Brasil (Anfavea) señalan que en los primeros siete meses del año la producción de autos ascendió a 1.49 millones de unidades.

Mientras que en México la producción se ubicó en 1.98 millones de autos, debido a que ese país vive un período de expansión extraordinario por la demanda interna y las exportaciones, según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).

Estos son los peores resultados para la industria automotriz brasileña en casi una década, según la Anfavea, que prevé que la situación sólo empiece a mejorar en el tercer trimestre.

Con una recesión económica que en el primer semestre de 2015 alcanzó el 2.6 por ciento –el peor resultado de toda América del Sur, solo por detrás de Venezuela-, Brasil está sufriendo un duro ajuste tras una década de crecimiento económico sostenido.

La industria automotriz –la más dañada por la crisis en Brasil- ha perdido en un año más de 15 mil empleos directos en las fábricas, aunque con los indirectos suman varios miles más.

En torno a la mitad de las líneas de producción del país están paradas por los excesos de stock y las huelgas proliferan por los despidos de las empresas de autos, que no logran mantener los puestos laborales ante la caída de la demanda.

La presidenta brasileña Dilma Rousseff admitió hace 10 días que se equivocó en su gestión de la crisis que vive Brasil.

“Me equivoqué en haber tardado tanto en percibir que la situación era más grave de lo que imaginábamos”, señaló la jefa de Estado, en el primer ‘mea culpa' desde que fue reelegida en octubre pasado para un segundo mandato.

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