Seguridad de segunda

Seguridad de segunda

En Carmudi concluimos el año reflexionando sobre la seguridad vial en México y los pasos necesarios para disminuir la tasa de mortalidad en los accidentes de vehiculares, que matan aproximadamente 1.25 millones de personas al anualmente, de acuerdo al último informe de la Organización Mundial de la Salud.

A pesar de que la mayoría de estos accidentes son prevenibles, la cifra parece constante desde el 2007 y los países en desarrollo se ven clara y desproporcionalmente afectados. Los accidentes de tráfico no sólo representan graves pérdidas humanas, también implican grandes cargas económicas, al costar aproximadamente 5 por ciento en los países pobres y de ingresos medios, quienes además producen el 90 por ciento de las muertes.

El Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Conapra) indica que, en México, diariamente mueren más de 40 personas en este tipo de accidentes y casi 90 resultan heridas. Por otro lado, el país únicamente posee 27 por ciento de sus automovilistas asegurados contra un siniestro, mientras 7 de cada 10 vehículos circulan sin seguro de responsabilidad civil; por lo que, con frecuencia, la mayoría de las víctimas quedan desprotegidas.

La conferencia mundial sobre la seguridad vial celebrada en Brasilia el pasado noviembre, presentó la oportunidad de probar los últimos dispositivos de seguridad automotriz y a hacer consciencia sobre la necesidad de implementar las medidas de seguridad recomendadas por Naciones Unidas en Latinoamérica. 

La regulación de transporte de América Latina se encuentra al menos una década detrás de la presente en países desarrollados. El gran problema radica en el poco interés que la mayoría de los conductores posee en tener coches más seguros; lo que, aunado a las presiones de las automotrices para que los gobiernos no exigir medidas más estrictas, hace del asunto una complicada lucha de poder. 

Para los consumidores, añadir a sus auto bolsas de aire y sistemas de frenos antibloqueo (ABS) parecen lujos; pues los vehículos equipados con estos dispositivos generalmente vienen con amenidades como quemacocos y asientos de cuero. En México, el auto más popular (un Chevrolet Aveo) cuesta aproximadamente $30,000 más si se pretende adquirir el modelo con bolsas de aire en el asiento delantero. 

Es una realidad en la industria latinoamericana que los fabricantes e importadores apliquen gran presión sobre los reguladores, buscando evitar que instalar dispositivos de seguridad adicionales sea obligatorio. Dispositivos bolsas de aire y ABS se empuje suben el precio de un coche básico en, al menos, $20,000 pesos; es por esta razón, por la que los organismos de regulación mexicanos continúan sin hacerlos ley.

A pesar de que aproximadamente el 80 por ciento de los automóviles producidos en México, el cuarto mayor exportador mundial de automóviles y partes, cumplen con todos los estándares de seguridad recomendados por la ONU; estos autos no son los vehículos vendidos en el país, son exportados y continúan cimentando el doble estándar ante los consumidores mexicanos.

Se estima que las bolsas de aire de los asientos delanteros reducen las probabilidades de muerte en un accidente fatal entre 11 por ciento y 14 por ciento; mientras que el control electrónico de estabilidad (ABS) reduce los accidentes mortales aproximadamente en 15 por ciento. Mientras muchas regulaciones latinoamericanas están superando la resistencia a los estándares más altos; en Perú, Bolivia, Venezuela y México no se tiene previsto establecer la obligatoriedad de nuevos elementos de seguridad en los próximos años.

Hacemos notar que, entre los grandes productores de autos, México figura como el único país que carece de una normatividad que regule la seguridad de los vehículos vendidos a nivel nacional, tanto de fabricación local como de exportación; lo anterior deja claro que los estándares de seguridad automotriz en América Latina, especialmente en México, todavía tienen un largo camino por recorrer.

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