El Estado mexicano debe retomar su papel como estratega del desarrollo: Académicos de la UNAM

El Estado mexicano debe retomar su papel como estratega del desarrollo: Académicos de la UNAM

El Estado mexicano no supo aprovechar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pues en lugar de ser una plataforma para alcanzar acuerdos complementarios en diversas ramas productivas o lograr la migración laboral reglamentada, lo utilizó como única estrategia de desarrollo, afirmó la integrante del Consejo Académico Asesor del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, Norma Samaniego.

Por ello, aseveró, se requiere que el Estado reconstruya su papel como estratega del desarrollo nacional y aproveche la actual coyuntura crítica con la Unión Americana para rediseñar un plan encaminado a insertarse en la globalidad.

Al participar en el panel “Mercados del trabajo, remuneraciones, distribución del ingreso y pobreza” (moderado por el director de la Facultad de Economía (FE), Eduardo Vega), que forma parte de los Foros Universitarios “La UNAM y los Desafíos de la Nación”, Samaniego expuso que México se abrió rápidamente a los mercados internacionales, pero no implementó una política industrial, abandonó el mercado interno y los salarios de los trabajadores cayeron.

“Corea del Sur, por ejemplo, tuvo una activa política industrial, facilitó la competitividad, realizó nuevas inversiones, aplicó incrementos a la educación y a la productividad. En los últimos 30 años su ingreso per cápita se multiplicó siete veces. Si nosotros continuamos con el ritmo de crecimiento que tenemos, para duplicarlo necesitaríamos 100 años: es tremendo”, expresó quien encabezó la delegación mexicana en la negociación del acuerdo laboral con América del Norte.

En un momento tan convulso a nivel mundial, prosiguió, es urgente que los países reorienten la globalización, de lo contrario ganarán los movimientos racistas y supremacistas que están surgiendo en diversas latitudes. La liberación del comercio, aseguró, no debe entenderse como un fin en sí mismo, sino como un medio para lograr los fines superiores de las sociedades, de la humanidad.

En el auditorio Maestro Jesús Silva Herzog, del Posgrado de la Facultad de Economía, Sara María Ochoa León, académica de la FE, expuso que México tiene que hacer frente a otros pendientes, como el que cerca del 60 por ciento de la población económicamente activa (PEA) se encuentre en la informalidad, aunado al desempleo o la desocupación que afecta principalmente a los grupos más jóvenes –de 15 a 19 y de 20 a 24 años–, que son parte del bono demográfico.

Asimismo, indicó que se requiere de indicadores más precisos para conocer la problemática del mercado laboral y su precariedad, pues en la actualidad hay un gran número de personas empleadas por contratos parciales, o sin ellos. Además, muchos de estos trabajadores perciben uno o dos salarios mínimos, que no alcanzan ni para cubrir la línea de bienestar mínimo.

“Se debe avanzar hacia la ciudadanía social, es decir, garantizar que existan pisos mínimos de protección social, como el tener un ingreso que permita alcanzar los factores mínimos de bienestar”, remarcó.

En su oportunidad, el también profesor de la FE, Santiago Capraro, coincidió en que una alternativa para propiciar el crecimiento de la economía mexicana sería incrementar el salario mínimo, a fin de reforzar los ingresos de los grupos más vulnerables y fortalecer el mercado interno.

“Si se acude a las fuentes del Banco de México, se encuentra que según este organismo la inflación se ha mantenido a la baja estable por la política monetaria que se ha aplicado en los últimos 20 años, y que ésta no ha tenido efectos negativos para la población. Pero cuando incorporas la política salarial y la evolución de distribución del ingreso, vemos que para mantener baja la inflación se ha disminuido el poder de los trabajadores, y eso es lo que mantiene anclada la inflación”, explicó.

Finalmente, el universitario consideró que se requiere empoderar a los trabajadores para buscar un mayor ingreso. Una vía para ello serían los sindicatos; sin embargo, actualmente menos del 15 por ciento de los empleados mexicanos están sindicalizados, lo que es inferior al promedio mundial, que se ubica en 36 por ciento”.

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