Este y oeste de Europa, divididos por proyecto para el futuro del bloque sin Inglaterra

Este y oeste de Europa, divididos por proyecto para el futuro del bloque sin Inglaterra

A quince días de una cumbre llamada a delinear el futuro de la Unión Europea, en Roma, los líderes europeos se mostraron hoy muy divididos con respecto a la forma que deberá adquirir su proyecto común tras la salida de Reino Unido.

Reunidos en Bruselas en ausencia de la primera ministra británica, Theresa May, los representantes de los 27 Estados restantes discutieron un primer borrador de lo que será la Agenda de Roma, un documento que traza la agenda política de la UE para los próximos diez años.

El motivo de la discordia es la idea de una UE “a varias velocidades”, en la que será posible que determinadas iniciativas que no cuentan con apoyo unánime se lleven a cabo entre sólo algunos de los países miembros que sí las desean.

La posibilidad, expresada por primera vez por el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, el 1 de marzo, fue apadrinada por las principales economías de la zona del euro - Alemania, Francia, España e Italia - durante una cita de los cuatro en Versailles (Francia) el pasado lunes.

No obstante, esos países no han logrado convencer a los países del este, que temen convertirse en socios de segunda categoría en esa nueva UE pos-Brexit.

"Hay distintos miedos", dijo al final de la cumbre el presidente rumeno, Klaus Iohannis, para quien la idea del grupo de Versailles podría causar la desintegración de la mancomunidad.

"En las naciones industrializadas, (hay el miedo) de que se pierdan empleos por causa de los salarios más bajos en Europa del este. En el este, hay un profundo miedo de que sus poblaciones sean dejada para tras", explicó.

Los principales oponentes a la idea son los países del llamado Grupo de Visegrado, formado por Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia.

La primera ministra polaca, Beata Szydlo, llegó a afirmar que “no será fácil” acordar una declaración común en la cumbre del 25 de marzo en Roma.

"Jamás aceptaremos discutir sobre una Europa de distintas velocidades. Necesitamos oportunidades iguales para todos los países miembros", abogó.

En rueda de prensa, Juncker se dijo “sorprendido” por la interpretación que hicieron de su idea los países del este.

"El escenario de una UE con distintas velocidades no tiene la intención de ser una línea divisoria. No es el caso de levantar una nueva cortina de hierro entre quienes quieren ir más lejos y los demás. Todos estarán libres para sumarse" a cualquier iniciativa, señaló.

Los defensores del plan notaron, asimismo, que la posibilidad ya existe en la UE al día de hoy, aunque no se le nombra.

Es el caso de la zona del euro, de la que hacen parte 19 de los 28 países europeos, o del espacio Schengen de libre circulación, al que Reino Unido e Irlanda optaron por no unirse, mientras Croacia, Chipre, Rumanía y Bulgaria aún no han podido integrarse.

"Ello no supone que hay diferentes clases de membresía" en la UE, sostuvo la canciller alemana, Angela Merkel, en rueda de prensa.

Yann-Sven Rittelmeyer, analista del centro de reflexión European Policy Centre (EPC), considera que la posibilidad de avanzar entre pequeños grupos de países en el caso de propuestas que no cuentan con unanimidad es algo “necesario” en la UE de hoy.

"La UE ha llegado a punto de inflexión. Esa propuesta permitirá superar puntos muertos que traban la toma de decisiones en muchas ocasiones importantes. Sería necesaria incluso si no hubiera Brexit", afirmó en entrevista con Notimex.

En un intento de superar las diferencias, el primer ministro holandés, Mark Rutte, invitó al Grupo de Visegrado y a los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) a reunirse con los miembros del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) en las próximas semanas.

Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, advirtió a los 28 Estados miembros de la UE que la unidad será su “recurso más valioso” al decidir el futuro de la UE.

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