Con su victoria en 500cc en 1999, Crivillé fue pionero de los éxitos posteriores en #MotoGP.
Hoy miércoles, día 4 de marzo, una de las leyendas del motociclismo español cumple 45 años. Álex Crivillé es, sin duda, una de las figuras más queridas por parte de todos los aficionados a las dos ruedas en la península ibérica.
Álex fue la referencia de los moteros españoles en la década de los 90. Su salto a la máxima categoría y su pugna con Mick Doohan sobre la pista llevó al deporte español a todas las portadas en un deporte en el que, hasta entonces, la categoría de 500cc se había resistido.
Pero las victorias que Crivillé fue cosechando durante esas temporadas solo eran la antesala de lo que estaba por llegar. La carrera del piloto Repsol llegó a su clímax en 1999, alcanzando un hito solo soñado por otros pilotos españoles antes que él.
1999, el gran año
Ese año, “Crivi” se hizo con el ansiado Título Mundial, un logro sin precedentes. La afición se volcó con él y sintió como suyo un éxito que se magnificaba por todo lo que significaba. De hecho, ese significado no solo era mayor por la ausencia de logros pasados, sino por lo que anunciaba cara al futuro: al fin, el motociclismo español demostraba que podía competir en la categoría reina, al nivel de los más grandes.
Crivillé se convirtió por lo tanto, además de en Campeón del Mundo, en pionero de los muchos talentos que estaban por llegar, y que tienen su ejemplo más rotundo y reciente en la figura de Marc Márquez. Ya en pleno siglo XXI, los pilotos españoles dominan el Mundial. Crivillé tiene gran parte de “culpa” en el escenario de sueño en el que vivimos hoy día. Gracias, Álex.