En Brasilia, último autocine es memoria viva de formato casi perdido

En Brasilia, último autocine es memoria viva de formato casi perdido

El “Cine Drive-In” de Brasilia es un autocine y, a la vez, un museo que mantiene viva una forma de consumir películas que se extendió en los años 70 del siglo pasado, pero que ahora está prácticamente extinguida en el país sudamericano.

Con 15,000 metros cuadrados y capacidad para 500 vehículos, el “Drive-In” de la capital federal brasileña fue erigido en 1973 y sobrevive como el único autocine del país gracias a los ingresos generados por la difusión de películas comerciales y apoyos gubernamentales.

Una pantalla de 312 metros cuadrados construida con cemento y una torre de radio FM que transmite el audio de la película por las radios de los autos garantizan óptimas condiciones de visión. Una media de 200 personas al día paga entre tres y seis dólares por película, en función del día de la semana.

Sin embargo, como reza la web del “último autocine de Brasil”, objeto incluso de una reciente película, el punto fuerte de este tipo de mirar películas es la libertad con la que se ve el largometraje.

“Si usted es de aquellos que adora comer, hablar, responder el teléfono o fumar en el cine, su sitio es el Cine Drive-In. Aquí vale todo”, señala el sitio web del cine.

Siguiendo la estela de Estados Unidos, donde se popularizaron los cines drive-in hace cuatro décadas, Brasil tuvo un cierto auge de este tipo de instalaciones en los años 70 y 80, pero el formato decayó y hoy se imponen las salas comunes, dotadas cada vez de mayores servicios.

Una de las cuestiones fundamentales en un país como Brasil es la seguridad, aunque el Drive-In, así como otras iniciativas que fracasaron en el país, como el Snobs, el Chaparral o el Moon Auto Cine, garantizaban la seguridad con la presencia de vigilancia privada.

Si los autocines son casi un formato perdido, proliferan por el país los festivales de cine al aire libre, como el Vivo Open Air, organizado en varias ciudades.

Asimismo, algunos centros comerciales como el paulista JK Iguatemi –donde la mexicana Cinépolis tiene una de sus salas más modernas de Brasil- también exhibe en verano películas en una pantalla instalada en el terreno.

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