La experiencia de recoger un Porsche en la fábrica y competir en Nürburgring

La experiencia de recoger un Porsche en la fábrica y competir en Nürburgring

Porsche ofrece a los clientes de todo el mundo la posibilidad de recoger su nuevo Porsche directamente en la fábrica de Stuttgart o Leipzig para que puedan disfrutar de su nuevo deportivo por las autopistas y sinuosas carreteras de Alemania y Europa. También pueden visitar la fábrica de Porsche. No contento con ello, el estadounidense Thomas Eduard Park recogió su Cayman GT4 en Zuffenhausen y luego fue a competir al mítico circuito norte de la pista de Nürburgring. Allí ya le está esperando un Cayman R.

Park, de 35 años, mira receloso al cielo, donde las nubes se alternan con el sol. Se ha enfundado el uniforme de carreras. El Porsche Cayman R está listo para la salida. Será dentro de media hora. Pero Park no está preocupado por las curvas a la derecha o la izquierda, sino que intenta adivinar cómo evolucionará el clima. “Con el pavimento mojado es tan difícil conducir en la pista de Nürburgring que necesito una línea totalmente distinta”. Una línea que no ha podido probar antes porque no había llovido. El antiguo campeón del mundo de Fórmula 1 Jackie Stewart llamó al legendario circuito norte – Nordschleife– ‘El Infierno Verde’, porque en medio de la niebla condujo a una velocidad a la que nunca más quiso tener que circular. Por ello se dice aún hoy que quien quiere aprobar en el ‘El Infierno Verde’ debe conducir endiabladamente bien. Park lo sabe. “Sentir un poco de miedo es bueno”, dice balanceando la cabeza de lado a lado. “Hoy solo se trata de sobrevivir”. 

Faltan pocos minutos para la primera vuelta de la Rundstrecken Challenge en Nürburgring. Park está callado y escucha a su entrenador. Domenico Solombrino le explica cuáles son las banderas más importantes y cuál el límite de velocidad en la recta de boxes. Park asiente, pero parece ausente. A lo largo de los años se lo ha aprendido todo de memoria y ha dado miles de vueltas al circuito con el simulador de su computador –con volante y pedales–. Naturalmente lo sabe todo y conoce todas las curvas, pero ¿podrá ponerlo en práctica en la sección Fuchsröhre, por ejemplo, cuando la lluvia golpee el parabrisas a 250 km/h?

El sol ha desaparecido detrás de las nubes y el rugido de los motores se traga las voces de las conversaciones. Thomas Park se sube a un Cayman R azul y blanco. Esta vez aún no participa en la carrera con su flamante Cayman GT4. Los mecánicos colocan las protecciones, comprueban una última vez el motor y revisan los neumáticos. Park se coloca bien el casco y agarra el volante. Son las últimas maniobras al final de un largo viaje que comenzó hace más de 30 años, en el hogar de sus padres, no lejos de la famosa pista Motor Speedway de Indianápolis. Un viaje que hace nueve días le llevó a Stuttgart.

Un enamorado de Porsche en Atlanta

Anochece en un bar del centro de la ciudad. Park llegó ayer de Atlanta y apenas ha dormido, pero está desvelado y nos cuenta su historia. “Ya a los tres años me fascinaban los automóviles. Me sabía todas las marcas y modelos que veía pasar. Cuántos caballos tiene un determinado modelo especial de 1987 o cuáles son los puntos fuertes de un Porsche GT3 en las curvas”. Park lo tiene todo en la cabeza y dice sobre sí mismo: “Claro que soy un nerdo”. Ya en edad escolar poseyó automóviles para conducirlos durante un año –preferiblemente en circuitos– y revenderlos más tarde, en lo posible consiguiendo beneficios. De este modo fue adquiriendo experiencia de modelo en modelo, siempre hacia arriba, hasta llegar a Porsche. “Por desgracia tengo un hobby un tanto costoso. ¿Pero qué le voy a hacer?”. Park es especialista en informática, y al mismo tiempo da cursos de conducción en un circuito de carreras. Es soltero, pero tiene una relación especial… con la velocidad. Todo su dinero lo invierte en automóviles veloces. Sueña con ser piloto de carreras y quizás incluso algún día ganarse la vida con ello.

Ya hace algún tiempo se compró el automóvil de sus sueños. En su casa en Atlanta tiene un Porsche 911 GT3. Según dice, “es el mejor automóvil para las competiciones”, y lo llama ‘My Baby’. Pero ahora se detiene por un momento porque le preocupa otra cosa. “Estoy un poco nervioso”, confiesa, como alguien que está esperando su primera cita. Park ha venido a Alemania por dos motivos. Quiere dar sus primeros pasos como piloto de carreras y experimentar el mito Nürburgring, que desde Atlanta parece tan inalcanzable. Aprovecha el popular Rundstrecken Challenge en el Nürburgring (RCN) y aspira a ocupar, si es posible en el primer intento, un lugar en la primera mitad de la tabla de clasificación para poder participar también cuanto antes en el Campeonato de Resistencia del Nürburgring. Y además quiere probar su nuevo automóvil, lo cual va a hacer mañana en el circuito de carreras “más famoso del mundo’, dice. “Espero poder dormir bien”, subraya cuando nos despedimos. 

Cita en Zuffenhausen

A la mañana siguiente en la fábrica Porsche de Zuffenhausen Park se siente cansado: “Ha sido una noche corta, estoy nervioso”. En el marco del European Delivery Program de Porsche recibe directamente aquí su nuevo Cayman GT4. Le acompañan algunos amigos y su padre, que también ha llegado expresamente desde Estados Unidos. Mel Park prefiere quedarse en un segundo plano cuando su hijo llega al edificio en el que está el nuevo y reluciente deportivo. “Es un gran momento para él”, susurra el padre cuando su hijo ve por primera vez el nuevo automóvil. “¡Yes!”, murmura el hijo acariciando cuidadosamente la carrocería blanca. En este momento se olvida del mundo. Thomas Park se ha sumergido en su propio cosmos. Solo él y su Porsche. Durante unos minutos reina un silencio reverente. Por fin se atreve a preguntar: “¿Me puedo subir?”. Adapta el asiento y el volante, una rutina que ha repetido miles de veces. Igual que otros pasan la mano sobre la camisa recién planchada después de ponérsela, él tiene que regularlo todo en el automóvil desde el principio. Para Park la imagen perfecta incluye el número 46, que rememora el número de salida de su gran ídolo, el piloto de motos Valentino Rossi. El Cayman aún no ha circulado ni un metro cuando Park pega ese número bien visible en las puertas del vehículo. Mel Park, de 68 años, se ríe: “La pasión no la tiene de mí”. Se alegra de que a su hijo le esté yendo bien. Y en este momento le va tan bien como pocas veces. Los dos posan para una foto. Thomas Park se arregla la camiseta, adornada con una imagen del Porsche 956 en el que Stefan Bellof dio en 1983 la que aún es la vuelta más rápida al Nordschleife: 6:11,13 minutos. Increíble. Sobre la fotografía del bólido hay inscritas cuatro palabras, un homenaje a Bellof: “King of the Ring”. Thomas Park es una persona educada, nunca diría que le gustaría ser el rey de Nürburgring. ¿Pero quizás un pequeño príncipe?

Felicidad en el Nürburgring

Tres días después se dirige a la región alemana de Eifel. Faltan aún cinco días para la carrera. Park ha obtenido la licencia de la Federación Alemana de Automovilismo (DMSB), pero no tiene ni un equipo ni un vehículo para participar en la carrera. Comienza la búsqueda. Quiere recorrer el circuito con su nuevo GT4 y a ser posible realizar un entrenamiento. Acabada la semana dirá: “No ha sobrado ni un día”. Después de muchas conversaciones se pone de acuerdo con Mathol Racing, un equipo que ofrece mucha experiencia y un Porsche Cayman para la carrera. La excursión no le resultará barata, en total pagará unos 10.000 euros, pero Park no abandonará cuando ya está tan cerca de conseguir su objetivo. Así que organiza un curso y consigue un entrenador extra que participará con él en la carrera del sábado. Entonces lleva a Nürburgring su propio Cayman GT4. “Estoy más impresionado de lo que hubiera imaginado”, comenta entusiasmado después de unas vueltas. “El GT4 es realmente seguro. ¡Qué gozada!”. Lo que no es tan seguro es el tiempo. A Park le hubiera gustado tener lluvia, para practicar. Pero no cae ni una gota.

El hecho de que un novato se atreva a correr su primera carrera con un Porsche es algo que muchos encuentran muy osado. “El Cayman es más rápido que la mayoría de automóviles. Es decir, que hay que decidirlo todo muy deprisa”, explica el entrenador Solombrino. Cada año trae a Nürburgring a varios cientos de alumnos, pero raramente hay uno como Park entre ellos. En 2006 Park estuvo por primera vez en el autódromo de Nürburgring como espectador, y desde entonces ha venido casi cada año para realizar vueltas turistas con su propio auto en el circuito norte. Y en su simulador en Atlanta ha dado varios miles de vueltas al trazado para mantenerse en forma para el circuito. Ahora todo es real: 195 participantes, récord en el Rundstrecken Challenge, un ruido ensordecedor, olor a gasolina y oscuras nubes. Park no lleva ni un kilómetro en el circuito cuando comienza a llover. Los altavoces en la recta de boxes comienzan a anunciar los primeros accidentes. El padre de Park se acerca a la barrera. Mira la recta final. “Es este ¿No?”. Por fin en algún momento pasa por delante como un suspiro. Y otra vez. Y otra. Varios equipos cambian los neumáticos, pero Park permanece en la pista. “Es un joven inteligente, confío en él”, dice Mel Park.

Por fin entra al box. Está feliz porque ha superado con éxito la prueba de fuego. “Ha sido muy duro, hemos visto unos 25 accidentes, y encima la lluvia. Terrible”. Su corazón le dice que debe seguir pilotando. Su cabeza, que deje que lo haga el profesional y aprenda. Así que se acomoda en el asiento del copiloto. El entrenador Solombrino toma el volante. Casi dos horas más tarde están celebrando en el tráiler de Mathol Racing. “Hemos quedado cuartos de los nueve que han participado en nuestra categoría de autos, es increíble”, afirma Park satisfecho. Solombrino prosigue: “Para ser la primera vez que compite aquí ha sido increíblemente rápido. Un recorrido en el que se alternan tramos secos y húmedos es muy difícil”. También por ello Thomas Park puede asegurar que volverá, quizás incluso en la próxima edición. Ya se ha quitado el uniforme de carreras y su padre le trae algo de comer. Thomas Park mira hacia afuera. Está lloviendo, pero sonríe.

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