Esto se debe a que la conducción implica un sofisticado esquema de habilidades motrices e intelectuales por las que el conductor es capaz de recibir los estímulos del camino y dar una respuesta práctica a las exigencias de su entorno. Por ello, esta actividad exige que pongamos todos nuestros sentidos a su servicio, incluso antes y después de encender el auto. En este artículo veremos cómo se relaciona cada uno de los sentidos con la conducción y cómo pueden ayudarte a prevenir accidentes.
El sentido de la vista
De acuerdo con la DGT española, la vista proporciona el 90 por ciento de la información necesaria para la conducción y por ende, una mala visión puede aumentar un 10 por ciento la probabilidad de que sufras un accidente. Por ello, además de evitar distractores como el celular, que te obligan a apartar la vista del camino, es sumamente necesario que cuides tu visión y que consultes a un especialista para corregir problemas oftalmológicos.
La vista no sólo es tu mejor aliada durante la conducción: también lo es antes y después de subir a tu automóvil. Revisar constantemente tu carrocería, las llantas o el motor de tu auto puede ayudarte a darte cuenta de algún desperfecto que te salvará de pasar un mal rato.
Por ejemplo, una de las señalas más claras de que algo no anda bien con tu vehículo es la aparición de charcos de algún fluido:
Cuando las manchas son de color verde amarillento o naranja fosforescente, por lo general indican que hay una filtración del anticongelante, lo que puede provocar que tu motor se caliente en exceso. Si este fuera el caso, el problema puede deberse a una manguera cuarteada, el mal funcionamiento de la bomba de agua o a que el radiador esté averiado.
Una mancha de un fluido aceitoso de color marrón oscuro o negro es un signo claro de que tu coche está perdiendo aceite. La mayoría de las veces, esto se debe a una junta averiada.
Si el color de la mancha es color rojo, generalmente puede deberse a una fuga del aceite de la dirección o transmisión de tu auto.
Finalmente, un charco de agua cristalina generalmente no indica ningún problema; la mayoría de las veces esto ocurre como efecto de la evaporación normal del aire acondicionado de tu vehículo.
El sentido del oído
Después de la vista, el sentido más importante para la conducción es el oído. A través de él podemos recibir información de los espacios a nuestro alrededor donde la vista no alcanza: el claxon de otros vehículos puede advertir de un peligro que no habíamos notado, el silbato de un policía de tránsito nos da indicaciones para moderar nuestra conducción y la sirena de un vehículo de emergencia nos avisa hacia dónde debemos apartarnos para permitirle el paso.
Al igual que la vista, el oído puede delatar un desperfecto en nuestros vehículos: chirridos, traqueteos, golpeteos sin causa aparente y toda clase de sonido inauditos, son señales innegables de que tu auto necesita mantenimiento. Estos son algunos de los ruidos más comunes y sus causas:
Chillido. Este sonido puede indicar que algo anda mal con las bandas de la dirección, ventilación o del aire acondicionado.
Chasquido. Puede indicar que el aro de la rueda se soltó, que el aspa del ventilador necesita reparación, que la válvula de arranque está bloqueada o que el nivel del aceite está bajo.
Chirrido. Este sonido es uno de los más habituales y la mayoría de veces lo ocasionan unas balatas desgastadas.
Martilleo. Un golpeteo rítmico de piezas metálicas puede indicar que el cigüeñal está desgastado, que se ha desplazado la biela o que el convertidor de torsión de la transmisión está suelto.
El sentido del olfato
Este sentido no interviene de manera notoria en la conducción, pero puede ayudarte a descubrir algunos problemas:
El olor a quemado a menudo es provocado por un corto circuito o un material aislante quemado.
El olor ácido casi siempre es provocado por aceite quemado.
Un olor dulce probablemente se debe a una pérdida de anticongelante. Si este olor va acompañado de un olor metálico y de humo en el cofre, significa que el motor se está calentando en exceso.
Si detectas olor a gasolina y tu auto no arranca, lo más probable es que el motor esté “ahogado”. Por otro lado, si el olor es persistente y lo detectas con el auto en movimiento, es posible que haya una fuga de gasolina.
El sentido del tacto
Aunque tradicionalmente este sentido se relaciona con las manos, su sensación ocurre en la mayor parte de nuestro cuerpo. Gracias a nuestra piel podemos percibir vibraciones, las condiciones atmosféricas y los desperfectos del camino. De alguna manera, es nuestro sentido más activo y por ello juega un papel muy importante cuando de distracciones tras el volante se trata: por ejemplo, un ambiente atmosférico inadecuado, como el calor en exceso, suele provocar fatiga y distracción, lo que puede llevarte a sufrir un percance.
Este sentido también puede ser tu mejor aliado, dado que la mayoría de los problemas de un automóvil se detectan tras una sensación anormal de manejo:
Dirección. En vista de que nuestras manos están constantemente en el volante, es muy común que detectemos la mayoría de los problemas gracias a él. Estas sensaciones pueden ser una desalineación general de la dirección o una tendencia del carro a desviarse cuando sueltas el volante, lo que puede deberse tanto a que las llantas no tienen la presión adecuada como que estén desalineadas.
Frenos. Algunos de los síntomas de problemas de frenos suceden cuando hay un desvío gradual del auto mientras frenas, que el pedal de freno se quede atascado o que vibre durante la frenada.
Motor. Los síntomas táctiles del mal funcionamiento del motor se manifiestan en vibraciones en el volante.
Transmisión. Una falla en la transmisión de tu carro puede detectarse fácilmente en la palanca de velocidades. Los síntomas más comunes de los problemas de transmisión se manifiestan por la dificultad súbita para engranar una marcha.
El sentido del gusto
Si bien este sentido es el que interviene menos en la conducción, hay algunas actividades relacionadas con él fuera del automóvil que tienen una influencia determinante en la conducción. Mantenerse hidratado, comer platillos ligeros en viajes largos y, sobre todo, evitar la ingesta de bebidas alcohólicas antes y durante la conducción, reducirán notablemente las probabilidades de que te involucres en un accidente vial.