Muchos accidentes son totalmente prevenibles con tan sólo obedecer los límites de velocidad establecidos por las autoridades, de este modo se podrían salvar miles de vidas al año y evitar traumatismos que afectan seriamente a millones de personas en el mundo.
El riesgo asociado a la velocidad durante la conducción de un vehículo ha sido estudiado en experimentos científicos y peritajes de expertos. Así se han descubierto diversos fenómenos que vale la pena conocer y que te compartimos en este artículo.
La velocidad reduce el margen de reacción
Según datos publicados por el Instituto Vial Ibero-Americano (IVIA), el tiempo de reacción promedio de una persona ante un imprevisto oscila entre 1 y 1.5 segundos. Sin embargo, puede escalar hasta 4 segundos si la eventualidad exige respuestas complejas o el conductor no está lo suficientemente alerta.
A partir de estos datos, se calcula que un conductor promedio que circula a una velocidad de 80 km/h por una vía seca necesitará alrededor de 22 metros (es decir, la distancia que recorre durante 1 segundo) para reaccionar ante un incidente, y un estimado de 57 metros en total para detener la marcha por completo. Como se muestra en la siguiente tabla, si el conductor se percatara de la presencia de una persona u obstáculo que está a 36 metros de distancia, el margen de reacción no le permitiría sortearlo con facilidad, y si llegara a colisionar lo haría a una velocidad de 62 km/h.
Distancia de determinación a diferentes velocidades (contando con un tiempo de reacción de 1 segundo aproximadamente)
Con base en este ejemplo, un peatón tendría muy escasas probabilidades de sobrevivir tras la colisión.
Por ello, es necesario que, además de respetar los límites de velocidad, procures guardar en todo momento tu distancia de seguridad respecto del resto de los automóviles. Una buena manera de calcularla es aplicando la Regla de los Cuadrados, según la cual, sobre pavimento seco y a velocidades mayores a 50 km/h, debes guardar una distancia de al menos la décima parte de la velocidad a la que circulas, pero elevada al cuadrado. Por ejemplo, si circulas a 60 km/h, el cálculo sería el siguiente: 60 / 10 = 6 x 6 = 36 metros.
El efecto túnel: “no lo vi venir”
La disminución de la capacidad de reacción no es la única consecuencia peligrosa del exceso de velocidad al conducir, pues con éste también se produce el efecto túnel. De acuerdo con un estudio realizado por el Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (STCONAPRA), mientras que el campo de visión normal de una persona sana en reposo es de 180°, a una velocidad de tan sólo 65 km/h se reduce más de la mitad, y a 130 km/h un conductor promedio cuenta únicamente con un margen de 30°. A fin de evitar una colisión lateral con otros automovilistas que se incorporen de improviso a tu carril o de peatones que crucen el arroyo vehicular, lo mejor es que conduzcas respetando siempre los límites de velocidad.
Un peligro para conductores y peatones
Un informe publicado por la OMS en el marco de la campaña “Salve Vidas” señala que el aumento de tan sólo 1 km/h en la velocidad media de un vehículo se traduce en un incremento del 3 por ciento en la probabilidad de sufrir un accidente con consecuencias fatales, y hasta un 5 por ciento en la probabilidad de perder la vida tras un percance.
Por su parte, el exceso de velocidad también disminuye muy considerablemente las posibilidades de que un peatón sobreviva a un atropello. Por ejemplo, el 25 por ciento de las personas no podrían sobrevivir si un automóvil las impacta a 30 km/h., un golpe a 50 km/h mataría a un 55 por ciento de los peatones y sólo el 15 por ciento tendría probabilidad de sobrevivir si es arrollado a 60 km/h.
Una responsabilidad compartida
El problema de seguridad asociado a la velocidad comienza con el incumplimiento de los límites establecidos para cada vía. A esto se suman las condiciones del terreno, así como las circunstancias meteorológicas, que actúan junto con el abanico de factores humanos que condicionan la seguridad de la conducción. Por ello, diversos organismos y gobiernos coinciden en señalar que la mejor prevención para el conductor consiste en planear anticipadamente los tiempos de traslado, circular por debajo del límite de velocidad establecido y centrar toda su atención en el camino.
Por otro lado, es necesario que tanto conductores como autoridades caigamos en la cuenta de que la gran mayoría de los accidentes de tránsito no son eventos fortuitos, ya que se pueden evitar tomando acciones efectivas para reducir el riesgo. De ahí la importancia de respetar las leyes viales, evitar cualquier distracción, dar prioridad a la seguridad vial y planear más iniciativas públicas tendientes a la erradicación de comportamientos peligrosos que puedan llevarnos a un accidente letal tras el volante.