"En esta línea no habrá viaducto elevado, sino un túnel subterráneo. Eso está bien, pero solo en la parte necesaria y no para inflar los precios. Queremos nuevas líneas del tren, pero no de cualquier manera o costo porque el error lo pagará el Estado de todos los peruanos. Pueden ahorrarse dinero con un mejor y más seguro servicio", afirmó García.
La línea dos del Metro será en su mayoría subterránea y unirá Lima, desde el populoso distrito de Ate, al sur de la capital, con Callao, en un recorrido subterráneo de 35 kilómetros que incluirá el ramal al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.
La construcción estará a cargo del consorcio "Nuevo Metro de Lima", conformado por firmas de España, Italia y el Perú, y que consiguió la licitación de la construcción, el mayor proyecto de infraestructuras del país, con una inversión de 5,658 millones de dólares.
Según señaló la agencia de promoción de la inversión privada del Perú, ProInversión, el consorcio fue el único que presentó sus propuestas técnicas y económicas, mientras que los otros dos postores precalificados no lo hicieron.
"Con un solo postor que se vuelve ganador y sin que otros puedan plantear alternativas de construcción que aceleren o abaraten el proyecto, pareciera un proyecto con nombre propio", sostuvo el ex mandatario.
El ex mandatario mencionó que el proyecto obliga a ejecutar desde ahora obras que solo se usarán en los próximos 10 o 15 años, en lugar de hacerlo gradualmente según la demanda. Además, le parece "absurdo" que el contrato no tenga una cláusula de límites de responsabilidad.
García añadió que la Contraloría y el Parlamento deben verificar la situación financiera de las empresas del postor único para saber si son capaces de aportar recursos.
La construcción del metro se inició en 1986, durante el primer gobierno de García (1985-1990). Aunque se concluyeron unos 9.2 kilómetros de la primera línea, y que ésta contaba con 30 vagones y siete estaciones, no entró en funcionamiento por no tener la distancia ni la demanda suficientes, por lo que la obra quedó paralizada bajo sospechas de sobornos y una inversión de 226 millones de dólares.
La obra se retomó en 2009, durante el segundo gobierno del ex mandatario (2006-2011) y, aunque fue inaugurado en los días finales de su gestión, el metro entró en pleno funcionamiento recién en 2012.