Una de las ventajas de este procedimiento es su capacidad para transformar biomasa húmeda en biocombustible sin la etapa previa de secado, la cual consume energía.
El método fue desarrollado por el Skoltech and Joint Institute for High Temperatures de la Academia Rusa de Ciencias, cuyos científicos publicaron el trabajo respectivo en el European Journal of Mass Spectroscopy.
La licuefacción térmica adquiere importancia si se considera que Naciones Unidas ha mostrado que un tercio de los alimentos para consumo humano acaban tirándose a la basura.
Se trata de un promedio de 100 kilogramos por persona en América del Norte y Europa, a 10 kilogramos por persona en las regiones más pobres de Africa y Asia.
Cada año, de acuerdo a Naciones Unidas, los alimentos desperdiciados suman 1,300 millones de toneladas.
Esa cantidad de alimentos puede reciclarse transformándolos en biocombustible, lo que da un resultado de ganar-ganar tanto para la ecología como para el uso de energía.
Actualmente el método más empleado de procesamiento de los alimentos desechados es el de fermentación de hidrocarbonos, así como la interesterificación de lípidos, que solo actúan sobre una parte de los alimentos.
Con la licuefacción térmica se eleva la temperatura de los alimentos desechados hasta los 370 grados centígrados y se les somete a una presión de 25 MegaPascales (MPa). El resultado es un líquido café que recuerda al petróleo.
Se han procesado desperdicios de queso, carne y manzanas, y ahora se procede al análisis de la composición molecular de ese líquido café para convertirlo en utilizable por automóviles, señaló un despacho de la agencia Itar Tass.