Renovarse o morir: Las Cumbres Iberoamericanas inician nueva etapa

Renovarse o morir: Las Cumbres Iberoamericanas inician nueva etapa

La primera Cumbre Iberoamericana, celebrada en 1991 en la ciudad mexicana de Guadalajara, marcó un hito: sentar a la misma mesa a las ex colonias americanas de España y Portugal y a los dos países europeos, superando recelos y agravios históricos. Pero tras un periodo de esplendor, estas cumbres fueron cayendo en la irrelevancia. Y hoy se enfrentan al reto de renovarse o morir.

"América Latina es una región distinta a cuando empezaron las cumbres", señala la secretaria iberoamericana, Rebeca Grynspan, que poco más de ocho meses después de suceder en el cargo al uruguayo Enrique Iglesias muestra optimismo ante la renovación que arranca en la Cumbre de Veracruz, en México, el 8 y 9 de diciembre.

El PIB de la región se ha cuadriplicado, la pobreza y la desigualdad han bajado, sus instituciones macroeconómicas y financieras son más fuertes. España y Portugal, por su parte, arrastran sendas crisis económicas y casos de corrupción que han sumido a sus clases políticas en el desprestigio.

"América Latina es una región que espera ahora una relación con la Península Ibérica más horizontal", dice Grynspan.

Cuando arrancó este foro, era el único en el que se reunían todos los presidentes latinoamericanos. Pero transcurrido casi un cuarto de siglo se han multiplicado las cumbres.

Nació primero la de las Américas, en 1994, y se fueron uniendo otras como las de Mercosur, Unasur, el ALBA, la Celac, la Alianza del Pacífico o la UE-Celac, el otro foro de concertación entre las dos orillas del Atlántico. Los mandatarios se fueron cansando.

"Cualquier cumbre que incluya a más de dos ya pierde eficiencia", decía el ecuatoriano Rafael Correa en la Cumbre de Cádiz, en 2012.

Desde hace tiempo se achaca a estos encuentros falta de agilidad y eficiencia, y también de seguimiento de los acuerdos que se toman. Además se les reprocha un carácter declarativo que dificulta distinguir lo retórico del compromiso real.

"Esos plenarios donde todo el mundo tiene obligación de intervenir no es el mecanismo, no es eficiente", decía Correa. El ecuatoriano es uno de los presidentes más críticos. A la cumbre siguiente a la de Cádiz, la de Panamá el año pasado, ni siquiera asistió.

Era la de la renovación y sobre la mesa tenía el informe del grupo de reflexión encabezado por el ex presidente de Chile Ricardo Lagos para modernizar el sistema y dotar de mayor eficacia a estas citas. Pero registró el récord de ausencias en la historia de estos encuentros. El eje izquierdista latinoamericano faltó de hecho al completo.

"Ni Ecuador ni Bolivia tienen interés en dinamitar el espacio iberoamericano", rebate Grynspan.

"Ningún país quiere hacerlo porque es una de las fórmulas de proyección que encuentran más natural, pero no creen que sea apta para todo. Hay que buscar lo que le es natural: el tema educativo, cultural y de innovación, por la cercanía y las lenguas comunes", indica la secretaria iberoamericana.

En esos temas va a centrarse Veracruz, de donde saldrán entre otras cosas una gran alianza para la movilidad académica -una especie de Erasmus iberoamericano-, que abarcará a alumnos pero también a profesores, y una agenda digital para Iberoamérica.

"La receta de estos últimos 15 años no es la que estos países desean aplicar en los próximos 15", indica la ex vicepresidenta de Costa Rica, que tiene ante sí el reto de sacar adelante el nuevo esquema. Se muestra ambiciosa y está convencida de lograrlo.

A partir de Veracruz, las Cumbres Iberoamericanas pasarán a ser bienales, alternándose con las UE-Celac, y se aplicarán mecanismos para convertirlas en una reuniones de trabajo de verdad.

El sistema de financiación de la SEGIB está también cambiando, según lo aprobado en Panamá. Del 70 por ciento que sufragaba hasta ahora la Península Ibérica (la mayor parte España frente a Portugal) se ha pasado a un 65 por ciento, y más adelante será del 60 por ciento, con los países latinoamericanos sufragando el 40 por ciento restante.

"Este mecanismo de diálogo está llamado a renovarse para poder responder a los desafíos de nuestro tiempo", decía en Panamá el presidente de México, Enrique Peña Nieto. "Se debe transformar esta cumbre para posicionarse como un mecanismo moderno de integración regional y de vinculación global". La de Veracruz, en la que es anfitrión, es la que debe demostrarlo.

Temas relacionados
Cargando...
Load next