“En diciembre de 2016 la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez) reportó una caída de la producción de 85 por ciento en comparación con el mismo mes del año anterior”, precisó el secretario general del Sindicato de Trabajadores Automotrices del central Estado Carabobo (Sintra-Carabobo).
En diálogo con Notimex, refirió que la empresa Chrysler de Venezuela logró sacar de las líneas de producción 26 autos modelo Forza y un Jeeop Grand Cherokee durante 2016, lo que significa menos del 20 por ciento de su capacidad instalada.
“En Ford, los trabajadores están en la misma situación que en la Chrysler: ganan máximo 6,000 bolívares semanales (8.5 dólares a la tasa más alta del cambio controlado) y muchos temen ser despedidos. Algunos compañeros han tenido que vender las botas que les suministra la empresa para así poder comprar comida”, dijo.
Resaltó que la crisis que atraviesa el sector y que amenaza con dejarlos sin sus puestos de trabajo tiene su origen en la paralización de la liquidación de divisas para el sector (en el control cambiario), lo que ha impedido la importación de material de ensamblaje.
“Ya se rumora el eventual cierre de las ensambladoras más importantes. En Chrysler el modelo 2016 de la Jeep Cherokee tendrá vigencia hasta 2018. Luego de eso la casa matriz lo descontinuará. Igual pasa con el Dodge Forza, que llega hasta 2017 y más nada”, alertó.
Precisó que instalar o readaptar una línea de producción para un modelo nuevo representa una inversión de aproximadamente 80 millones de dólares y que ninguna trasnacional hará un gasto de ese tipo en la actual situación económica del país.
Añadió que la industria automotriz en Venezuela requiere, casi como ninguna otra, de dólares para su funcionamiento. Estima que, con los niveles óptimos de producción, se necesitan alrededor de 7,000 millones de dólares anuales.
“Eso es 66 por ciento de las reservas internacionales actuales, pero como esta industria no genera rubros indispensables como medicinas y alimentos, era lógico pensar que no sería una prioridad para el gobierno”, se quejó.
Recordó que trabajar en la industria automotriz representaba, en décadas pasadas, prestigio y garantía de movilidad social. “Hasta 2013 un trabajador ganaba en promedio 5.6 salarios mínimos y un bono de alimentación que superaba el costo de la canasta alimentaria”, señaló.
“Hoy en día ganamos poco y el sueldo no nos alcanza para comer, por lo que la empresa accedió a recibir en su comedor a varios ex trabajadores que fueron cesanteados por reducción de personal, hasta tanto consigan algo que hacer”, indicó.