La industria automotriz mexicana en crecimiento a pesar de Trump

La industria automotriz mexicana en crecimiento a pesar de Trump

Actualmente, las preocupaciones sobre el futuro inmediato de la industria automotriz han incrementado ante los recientes anuncios como Ford cancelando sus inversiones en el país y las amenazas realizadas a otras compañías del sector.

Si bien,  la cancelación de esta y otras inversiones que pudieran seguir en el futuro inmediato tendrían un impacto negativo, una cancelación masiva y generalizada de inversiones no es probable considerando las siguientes razones:

El año pasado, las ventas de vehículos ligeros en Estados Unidos cerró en su nivel más alto de los últimos 10 años (17.5 millones de vehículos); tendencia que continuará de manera sostenida aunque sí limitada.

Mientras que 11.8 millones de vehículos fueron producidos en Estados Unidos en 2015, se espera un cierre para 2016 de aproximadamente 12 millones. Un total de 8 millones de vehículos se importaron y poco más de 2 millones se exportaron durante 2015, lo que significa un déficit comercial de cerca de 6 millones de unidades entre el mercado estadounidense y el resto del mundo.

Por otra parte, podemos destacar que México fue el mayor exportador de autos a Estados Unidos, con una participación de 26 por ciento en el total de importaciones superando por primera vez a Canadá y Japón. Cabe destacar que de acuerdo con Alternativas Competitivas, un estudio de KPMG, los costos de producción automotriz en México son 12.3 por ciento más bajos que en Estados Unidos, 8.6 por ciento que en Japón y 4.6 por ciento que en Canadá. Sin embargo, esta es solo una de las tantas fuentes de la competitividad del país; la relación precio-calidad de la mano de obra mexicana es indudablemente la mejor a nivel mundial. A esto se debe que algunas marcas de autos de lujo consideran a México como pieza clave.

En materia de consumo, en 2015 Estados Unidos tuvo un déficit 1) de 7.4 millones de vehículos; de hecho, se importaron 8 millones y casi 600,000 vehículos se quedaron en inventario (vehículos importados en 2015, pero que no fueron vendidos en ese periodo). Y, aunque México fue la principal fuente de vehículos importados, únicamente exportó 2 millones de vehículos mientras que 6 millones de automóviles se importaron de otros países.

Por otra parte, Estados Unidos ha incrementado de forma dramática la utilización de su capacidad instalada, de 72 por ciento en 2011 a 100 por ciento en 2015. Ante una demanda creciente y en la ausencia de anuncios de incrementos importantes en la capacidad instalada del país vecino, este déficit continuará creciendo en el largo plazo.

Por lo tanto, el principal argumento consiste en que un impuesto generalizado a la importación de vehículos mexicanos no tendrá el efecto previsto, a menos que vaya acompañado de:

·     Impuesto similar aplicado a las importaciones de Japón, Canadá, Corea, Alemania, el Reino Unido, y todos los demás exportadores
·     Un incremento muy importante de la capacidad instalada en un periodo corto de tiempo

Ahora bien, si Estados Unidos aplica dicho impuesto, ¿quién pagará por ello? Tarde o temprano este costo adicional se trasladaría al consumidor. Si Estados Unidos logra de alguna manera incrementar automáticamente su capacidad instalada – tarea poco probable considerando que una planta promedio lleva más de 2.5 años en construcción– un incremento aproximado y también automático de 8.6 por ciento le seguirá; en pocas palabras: el consumidor terminará pagando por esta decisión. Sin embargo, es muy probable que los consumidores estadounidenses no apoyarán esta política, aunque esté acompañada por empleos e inversiones adicionales. Y las externalidades negativas pueden ser mayores que los beneficios previstos, e incluso podrían llegar al terreno político.

La única alternativa – además de una improbable reducción adicional a los márgenes de los fabricantes de equipos originales (OEM) – es absorber los incrementos en los precios mediante subsidios, pero, nuevamente la pregunta es ¿quién pagaría por estos subsidios?

Aunque Estados Unidos tiene mucho margen de acción, una prohibición unilateral a las importaciones de México sería una solución limitada a un problema mucho más complejo. En suma, en el largo plazo los anuncios recientes no impactarán a una industria con más de 90 años de historia, ni a una dinámica comercial que se ha construido y fortalecido en las últimas dos décadas en nuestro país.

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